"SE TRATA DE UNA CUESTIÓN NUCLEAR: LO REALMENTE DECISIVO NO ES LO QUE NOS OCURRE, SINO AQUELLO QUE HACEMOS -ESO ES UNA ACTITUD- CON LO QUE NOS OCURRE"

ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO

Creemos que esta es una de las claves fundamentales en el arte del vivir cotidiano. Habitualmente, estamos muy conectados ante las cosas que nos ocurren, respondiendo con bastante velocidad... vamos por la vida reaccionando, conectados a casi todo lo externo que no tiene que ver con nosotros mismos.

 

¿Qué te ha pasado hoy que no has sabido encajar bien en tí?, es una sana y buena pregunta que no está de más tenerla en cuenta. Y tras ésta pueden venir algunas más: ¿qué puedo hacer ante ello?, si es que puedo. Si puedo ¿es realmente lo que quiero hacer? ¿qué energía me está moviendo: la rabia, el dolor, el querer comunicarme,...?

Valga mi propio caso de ejemplo. Hace poquito que me vengo dando cuenta de que soy de acción-reacción automática e incosnciente ante lo que me va sucediendo y generalmente desembocando en mala leche, vamos. Ante cualquier cosita que se salga un poco de lo esperado, ya estoy yo refunfuñando o rabiando. Pero desde hace unos días, en los que estoy más serena, en los que me dedico un poquito más de tiempo para saborear las cosas sencillas del cotidiano, estoy intentando darme cuenta de esa acción-reacción y estoy anticipándome conscientemente a lo que me desencadena esa reacción menos sana....¿resultado? pues que la vida fluye que da gusto, porque detrás de un acontecimiento que en principio no me parece el deseado hay un regalo bonito y grande cuando me lo tomo con amor y humor. ¡Teneis que probarlo!, yo lo he hecho con aparatos nuevos que parecen no funcionar, con personas de trato áspero, con el tráfico, etc., y en todos los casos he salido ganando algo. Las situaciones están ahí,son las mismas de siempre,  pero yo empiezo a mirarlas desde otro punto de vista. Y con lo que me va ocurriendo que es ya de por sí hermoso, lo que me pasa es que soy más consciente de los momentos bonitos, chiquititos, que tiene mi día y los voy disfrutando a cada rato.
Y creo, sin equivocarme mucho, que eso era lo que aplicaba para su vida Tino, un ser entrañable y auténtico, que no tenía propiedades materiales, viviendo en una pensión que le pagaban, con lo justo para comprarse su tabaco, pero con un corazón grande, que sabía escuchar, comprender, aceptar y disfrutar de lo sencillo del cotidiano. Un hombre de los que hacen falta. Un hombre que pasaba desapercibido para la gran mayoría. Un hombre sereno y tranquilo, amigo de todos.